29 septiembre 2025
La cooperativa Som Energia puso en funcionamiento en febrero de 2025 su primera planta fotovoltaica cooperativa en Cataluña, concretamente en el municipio de Anglesola, en la comarca del Urgell. Este hito supone un paso significativo en el impulso de la generación renovable dentro del territorio catalán. La construcción de la planta se financió íntegramente a través del programa participativo Generation kWh, y un total de 5.700 personas aportaron recursos económicos para hacer realidad la instalación, que ha tenido un coste global de 2,14 millones de euros.
Con una potencia nominal de 2,31 MW, la planta genera anualmente unos 4,168 GWh, una producción eléctrica que equivale al consumo aproximado de 1.880 hogares. Esta nueva infraestructura eleva a 21 el número total de instalaciones de generación renovable que Som Energia tiene actualmente en funcionamiento en todo el Estado. Con este proyecto, la cooperativa continúa consolidando su modelo energético basado en la sostenibilidad, la participación ciudadana y la soberanía energética.
La puesta en marcha del proyecto, que se prolongó desde mayo de 2023 hasta febrero de 2025, demuestra la importancia de replantear cómo producimos y consumimos electricidad, así como la necesidad de que las empresas y organismos competentes agilicen la tramitación de proyectos de energía renovable. Som Energia está comprometida con reducir al máximo la dependencia del mercado energético convencional y construir un sistema más eficiente, justo y transparente. Para hacerlo posible, es necesario apostar por la generación de electricidad a pequeña escala y de forma local, con infraestructuras arraigadas en el territorio y adaptadas a las necesidades reales de la población.
A diferencia de los grandes proyectos centralizados, este modelo facilita una gestión más cercana, reduce las pérdidas en la distribución y permite una mayor implicación ciudadana. Ahora bien, el punto de partida no es fácil. Los datos de generación renovable evidencian un desequilibrio importante. Mientras que en 2024 la media de electricidad producida a partir de fuentes renovables en la Unión Europea se sitúa por encima del 47%, Cataluña no alcanza ni el 20%. Esta cifra, muy por debajo de la media europea y estatal, pone de manifiesto la falta de impulso político y normativo para hacer frente a una situación que requiere acciones inmediatas. Con los horizontes marcados por la reducción de emisiones en 2030 y la neutralidad climática en 2050, mantener este ritmo nos aleja de los objetivos y compromete el futuro ambiental y económico del país.
Carles Comalada, miembro del Equipo Técnico de Nuevos Proyectos de Generación de Som Energia, indica que “la transición energética no puede ser una tarea exclusivamente institucional ni una oportunidad restringida al gran capital. Es imprescindible la confluencia de iniciativas públicas, privadas y ciudadanas. Los ayuntamientos pueden liderar proyectos colectivos, poner suelo público a disposición y facilitar la creación de comunidades energéticas. El sector privado debe asumir responsabilidades, invertir en el territorio y generar valor compartido. Y la ciudadanía, por su parte, debe tener el espacio y las herramientas para formar parte de este proceso, como productora, gestora o participante activa”.
Cuando la energía se produce desde el territorio, con participación real y propiedad compartida, aumenta la aceptación, el consenso y el impacto positivo a nivel local. Este enfoque se alinea con los valores del cooperativismo: democracia, transparencia, compromiso con el territorio, educación ciudadana y solidaridad. El resultado son instalaciones renovables que no se imponen, sino que se cogestionan desde el inicio, con consultas al vecindario, ayuntamientos y personas expertas. Esto permite adaptar los proyectos, minimizar el impacto ambiental y garantizar su arraigo social. Sin embargo, el desarrollo de este modelo aún encuentra demasiados obstáculos. Es necesaria una apuesta institucional clara: agilizar la tramitación de proyectos ciudadanos, incrementar el control sobre la red de distribución y facilitar el autoconsumo colectivo con normativas más flexibles, como ya hacen otros países europeos.
El modelo energético participativo que propone Som Energia se fundamenta en la implicación activa de múltiples actores del territorio, rompiendo con el esquema tradicional de grandes empresas. Tal como apunta Aina Barceló, miembro del Consejo Rector de Som Energia: “Este modelo apuesta por un financiamiento colectivo y por la propiedad compartida de las instalaciones, un rasgo distintivo de Som Energia, donde las personas socias son, a la vez, usuarias y propietarias.” La propuesta también incluye criterios ambientales y de sostenibilidad, con un enfoque distribuido que prioriza la generación de energía cerca de donde se consume. Así, se busca una mayor eficiencia, reducir la dependencia energética y fomentar la coherencia entre consumo, producción y respeto por el territorio, alineándose con valores de decrecimiento y proximidad.
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